Un ingeniero eléctrico de la Universidad de Stanford llamado Shanhui Fan ha desarrollado un material que hace uso de ciertas técnicas de ingeniería óptica para comportarse de forma extraña: tanto que parece que contraría las leyes de la termodinámica. De hecho, el material refleja la luz e irradia calor a frecuencias que lo disipan al exterior, hacia la atmósfera terrestre. La idea podría ser clave para reducir la temperatura en el interior de los edificios en días calurosos, y las primeras pruebas -realizadas en el laboratorio de Stanford donde se ha desarrollado- son por lo visto muy prometedoras.
Lo normal es que para reducir la temperatura de un objeto lo pongamos en un sitio fresco o frío de forma que el objeto caliente irradie el exceso de calor hacia sus alrededores. En lugar de eso, el material de Fan pasa a estar a menor temperatura reflejando la luz y emitiendo calor a frecuencias muy específicas. En concreto, a aquellas que coinciden con la «ventana termal» de nuestro planeta -de los 8 a los 13 micrometros-, lo que permite que ese calor pase de la atmósfera hacia el espacio. La idea, sorprendente, es utilizar el espacio exterior como un disipador. El desarrollo de Fan hace uso de un principio llamado refrigeración pasiva radiativa, que trata de hacer que los edificios disipen calor de forma eficiente por las noches.