Dolor por la profanación de las tumbas de madres  

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La pena se mezcló con indignación, e hicieron brotar lágrimas a más de uno de los que ayer, Día de las Madres, acudieron al cementerio a visitar a sus progenitoras ya fallecidas, y encontraron la sorpresa de que habían removido la tumba o la habían destruido. Uno de los que lloró amargamente fue Genaro Francisco Blanco. Llegó al cementerio de la Máximo Gómez con flores en las manos y planes de pasar, por lo menos una hora sentado al lado de la tumba de Ana Carlixta Jiménez, su madre, fallecida en el 2009. Lo que encontró lo sobresaltó. La parte superior de la tumba fue destruida y los restos de su vieja quedaron al descubierto. Nervioso y empapado en lágrimas y sudor por el incandescente sol del mediodía, intentaba remover algunas piedras de encima del cráneo, al tiempo que se preguntaba quién y por qué hizo algo así. Ni siquiera pudo colocar las flores que compró por uno 200 pesos al llegar para adornar la tumba de su madre.

 

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