El papa Francisco declaró que el arzobispo salvadoreño Oscar Romero, asesinado mientras oficiaba misa por un francotirador asociado a los escuadrones de la muerte de la extrema derecha, murió como mártir de la fe católica. Romero murió balaceado en 1980 en una iglesia de El Salvador y es «venerado como un santo por mucha gente en América Latina», explicó David Willey.
«Está claro que el Papa está acelerando el largo proceso burocrático de reconocer al arzobispo como una de las figuras clave de la Iglesia católica en el siglo XX», afirmó Willey. La decisión implica que Romero puede ser beatificado sin que se le atribuya un milagro. La beatificación es el paso antes de la santidad en la Iglesia.