El papa Francisco dijo a las monjas de todo el mundo que deben ser madres espirituales, «no viejas solteronas». Francisco también advirtió que no utilicen su vocación para su ambición personal; señaló que los sacerdotes y hermanas que incurren en este proceder «causan más daño a la Iglesia».
Una queja frecuente del pontífice ha sido con frecuencia el «arribismo» en la Iglesia, palabra que se menciona en alusión a los burócratas de la Santa Sede. El papa hizo sus declaraciones durante una audiencia con unas 800 monjas que asisten a la asamblea de la Unión Internacional de Superioras Generales, que reúne a autoridades de congregaciones religiosas de mujeres de unos 75 países.