Con frecuencia entre amigas y amigos se desarrolla una competencia secreta sobre quién gana más, a quién le ha ido mejor en la vida, quién tiene el mejor carro o los hijos más educados.

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SANTO DOMINGO. Hasta cierto punto una competencia puede ser sana, porque impulsa a cada uno a hacer lo mejor que puede con los talentos que tiene.

Sin embargo, cuando la competencia se radicaliza y el bienestar del otro empieza a causarte amargura o ansiedad por igualarlo es el momento de revisarte.

que debes dedicar a ti mism@ y a tu familia.

“Si tu intención es tenerlo todo, nunca tendrás suficiente”, dicen.

Para superar un espíritu de competencia radical, lo primero es reconocer que has actuado de una manera perjudicial para tu autoestima y lo segundo trabajar en tu interior para identificar de dónde viene ese sentimiento de inferioridad que te obliga a comparte con el otro.

Compararse constantemente crea demasiado desasosiego cuando nos sentimos superados en uno u otro aspecto de la vida. Y, como dice Desiderata, “Si te comparas con los demás te volverás vano y amargado, porque siempre habrá personas más pequeñas y más grandes que tú”.

Tú no tienes que probarle nada al mundo. No tienes porque comprar el último celular para sentir conforme contigo mismo. Tú vales no por lo que consigas, sino por lo que eres y cómo te relacionas con los demás.

Como dicen Domínguez y Robin, muchos trabajan más de 40 horas a la semana solo para gastarse el sueldo en cuatro o cinco horas de fin de semana.

César Perelló, autor de Finanzas personales, dice que en nuestro país muchos sufren del Síndrome de Champaña-Mabí. Tienen un estilo de vida de champaña y un bolsillo o capacidad de pago de mabí.

En esencia, debe haber una correspondencia entre lo que ganas y el tipo de vida que llevas. A veces basta con reconocer que esa persona a la que pretendemos imitar gana más que nosotros y que si tuviera nuestros ingresos no haría los gastos que hace.

¿Adónde nos lleva la competencia?

La competencia insana, ese afán de tener cosas iguales o mejores que el otro, nos lleva a cometer varios errores:

1-Tomar a crédito artículos, teléfonos, viviendas o vehículos que deberíamos comprar con ahorros.

2-Comprar vestimentas o asistir a lugares que no podemos pagar con nuestro sueldo.

3-Pagar con la tarjeta de crédito las compras y salidas que no son imprescindibles para nuestra vida. Luego tenemos que cubrir esos gastos con nuestro sueldo y no nos alcanza.

4-Dejar de adquirir cosas esenciales y de cumplir los compromisos fijos por haber comprado bienes o servicios que no son necesarios.

Si tu amigo o amiga prospera, piensa que lo mismo puede sucederte a ti, y si no pasa no es para amargarse, agradece por las cosas que has conseguido. El dinero, a fin de cuentas, no determina cuán feliz puedes ser.

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