El gobierno británico expresó su arrepentimiento por haber extraído órganos de trabajadores de la industria nuclear que habían fallecido para probar los efectos de la radioactividad.
El ministro de Energía británico indicó ante el Parlamento que esto nunca debería haber ocurrido, al anunciar los resultados de una investigación de tres años. Un informe encontró que no en todos los casos los familiares fueron informados sobre la situación.
La investigación concluyó que los órganos de decenas de trabajadores, principalmente en la instalación nuclear de Sellafield, en el noroeste de Inglaterra, fueron extraídos durante varias décadas.